Utiliza la cultura alimentaria a tu favor
La diversidad de alimentos y
combinaciones culinarias es tan amplia como las culturas y tradiciones del
mundo, incluso dentro de un mismo país existen muchas variaciones en la
preparación y presentación de alimentos. Es precisamente, la cultura
alimentaria la que le da sentido a la humanidad a través de sus alimentos, en ella
están grabados siglos de tradiciones y costumbres que fueron adaptadas a un
plato sobre una mesa. Y no solo la variedad de alimentos y preparaciones
definen la cultura alimentaria sino, lo que se come, cómo se come, dónde se
come y lo que se siente cuando uno come son elementos integrantes de la
identidad cultural alimentaria La selección de alimentos en diferentes países,
regiones o culturas suele tener diferentes características. Por ejemplo, los
americanos comen más carne roja que otros países, los japoneses consumen más
pescado y arroz. El arroz y los frijoles son alimentos típicos de la dieta en
países latinoamericanos, mientras que las lentejas y el pan de pita son típicos
en Oriente Medio.
Pero ¿Qué pasa cuando los
alimentos culturalmente aceptados no son opciones saludables? Esto es resultado
de una alimentación globaliza a través de la industria alimentaria y el
conocido fast food. Ejemplo de ello es la mezcla de la cultura anglosajona y la
cultura Latinoamericana, donde Estados Unidos llegó a los países de América Latina
con sus Cheese burgers, hot dogs, papatas fritas, pollo frito, su versión de
pizza americana, costillas BBQ etc. La
comodidad del fast food llego formar
parte de la cultura alimentaria de América y las consecuencias a la salud no se
hicieron esperar, los principales problemas de salud pública de este mundo
globalizado están relacionados con los hábitos alimentarios adoptados en
recientes décadas, teniendo como protagonistas a las enfermedades crónico
degenerativas, principalmente obesidad, diabetes, hipertensión arterial,
hipercolesterolemia, síndrome metabólico etcétera.
Por otra parte la cultura
alimentaria intrínseca de cada país ha adoptado técnicas culinarias que
desaprovechan la calidad nutricional de los alimentos y se convierten en
opciones altas en sodio, azúcar y grasa saturada. Siendo un poco más
específicos las frituras están resaltando en la cocina de México y ya es común
observar versiones de platillos mexicanos hechos en fritura. Sin embargo,
dichas preparaciones son parte de la cultura alimentaria de México y
seguramente en América Latina tienes platillos que no podrían ser etiquetados
de saludables y aun así tienen su identidad e historia y se mantendrán en la
dieta de muchas generaciones. Dicha información puede ser un reto para todo
nutricionista, ya que su labor principal es buscar estrategias de salud a
través de la alimentación, y la cuestión es ¿Qué hacer con esas preparaciones
culinarias que ya son parte de la cultura?. En el caso de México, un nutriólogo
se enfrenta a una diversidad de platillos dentro de la cocina mexicana los
cuales son altos en calorías, ejemplo de ello son: los tacos dorados,
chilaquiles, pozole, atoles, sopes, carnitas y los hipocalóricos tamales. Sí la
opción fuera eliminarlos de la dieta de todo mexicano, estas atentando contra
un país y sus costumbres. Tal vez la opción más viable sea permitirlos en
frecuencia y cantidad adecuada o en su defecto modificar un poco las recetas
originales.
Todo platillo tiene una versión
saludable
Es un reto culinario y
nutrimental, adaptar una receta tradicional a su versión más saludable, puede
ser complicado pero es posible. La mejor manera para realizar esto no es
centrándose en los porcentajes, gramos, miligramos, micronutrimentos etcétera.
Sino haciendo todo a la vez, prefiriendo la calidad intrínseca de cada alimento
y la técnica culinaria más saludable. En la mayoría de los casos los platillos
suelen ser fritos y ricos en grasas saturadas, cambiar la técnica culinaria
aplicada puede ser una opción saludable. Es claro que no todas las
preparaciones podrán tener su versión saludable y en esos casos dependerá del
asesor de nutrición marcar las pautas para la frecuencia y consumo de este tipo
de alimentos.
Aquí algunas recomendaciones
generales para convertir la mayoría de los platillos en su versión más
saludables
- Evalúa primero la calidad antes de la cantidad. Sin duda las porciones son importantes, sin embargo el primer aspecto a evaluar es el valor nutricional de la receta y cuáles son los ingredientes que vale la pena mantener de acuerdo a su calidad nutricional.
- Modifica la técnica culinaria. La
manera que está preparado un platillo determina su calidad y la cantidad de energía
que proporciona, ya que las técnicas de fritura y rebosado suelen apartar
muchas calorías innecesarias, la
- Controlar las porciones. La medida más viable para evitar consumir esas calorías demás es el controlar la cantidad de alimento que se ingiere, por ejemplo en el caso de México los tamales son un alimento rico en grasas y cereales que en una porción llega a tener abundantes calorías, la mejor opción sería consumir una porción de pieza y no dejar que el tamal se el ingrediente principal del platillo.
- Sustituir ingredientes. Sustituir ingredientes de un platillo típico también es una opción aceptable, ya que, cambiar un par de ingredientes mantiene el sabor del platillo y a su vez se integran ingredientes de mejor calidad y menor calorías.
- La cultura alimentaria es basa de toda población y el nutricionista debe respetar costumbres y tradiciones que van más allá que el simple hecho de satisfacer una necesidad, es por ello que el valor de negociar y encontrar opciones saludables para cada preparación culinaria es una competencia que todo nutricionista debe aprender y aplicar en su sociedad.
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