Los días de un nutriólogo en la ENSANUT 2016.

Si eres estudiante de una licenciatura relacionada a la salud, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) se convierte en el documento que por excelencia proporciona elementos que sirven como directriz para desarrollar tu profesión. Y aún más, cuando lo que te apasiona es la Nutrición Comunitaria, pensar en un estudio de ese tamaño te hace pensar en el qué, cómo, dónde, cuándo y por qué se realiza.
Cuando yo estudiaba, muchas de estas preguntas pasaron por mi cabeza, pero jamás me imaginé poder seguir de cerca este estudio.

Como ya es bien sabido, la ENSANUT se realiza cada 6 años pero dada la prevalencia de las  enfermedades crónicas que aquejan al país, se vio la necesidad de realizar una ENSANUT de Medio Camino, llamada así porque se realizó justo a la mitad del periodo normalmente establecido.

El trabajo de campo inicia con la capacitación. Ahí se nos enseña el cómo realizar la captura de los datos sobre el consumo de alimentos en máscaras de captura diseñadas para el estudio. La capacitación se realizó en el ámbito teórico y práctico, por lo que tuvimos un periodo para una prueba piloto.

No todos los que trabajamos ahí pertenecían al área de las ciencias de la salud, pero considero que desde la capacitación inicia el aprendizaje como nutriólogo, pues durante un mes conviví con varios colegas (algunos recién egresados y otros con bastante experiencia). Estuve en contacto directo con investigadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y entre todo eso logré enriquecer lo que pensaba acerca de la forma en que la nutrición es enseñada y aprendida, pero sobre todo concebida en México. Pude conocer gente de muchos lugares, desde Baja California Sur, hasta Veracruz. Sin embargo, lo que abunda en el personal que labora en ENSANUT son personas del centro del país, seguramente porque la sede del INSP se encuentra precisamente ahí, en Cuernavaca, Morelos.

El punto es que existían formas muy distintas de pensar, hablar, comer y actuar, básicamente diferentes estilos de vida.

Dada la magnitud de ENSANUT, es necesario dividir el territorio mexicano. Por esa razón es que en un principio se formaron 15 brigadas compuestas de: un supervisor, tres antropometrístas (conocidos como “antro y que generalmente eran enfermeros o egresados de carreras como Médicina Intercultural), tres nutriólogos (llamados “dieta”), un cómputo (la persona encargada de los respaldos de la información capturada), y un operador de la camioneta en la que nos trasportábamos.

Como tal el trabajo de campo se desarrolla en parejas: un antro y un dieta. Cada uno con funciones acordes a su nombre. El antro realiza todas las mediciones; antropométricas y bioquímicas. Mi función  como dieta era recolectar los datos a través de encuestas como el Recordatorio de 24 horas, la Frecuencia de Consumo de Alimentos y otros cuantos cuestionarios que tienen que ver con la alimentación complementaria, seguridad alimentaria, algunas campañas de promoción de la salud de los últimos años y las características del hogar que visitábamos.

La logística de la recolección de datos dependía en gran parte de las características del lugar al que llegábamos. El INSP enviaba oficios a la Región Sanitaria en la que estaríamos trabajando. Sin embargo, también debían realizarse la gestión adecuada directamente con las autoridades de la localidad a la que acudíamos.
En el caso de mi brigada, trabajamos capitales de estados como Aguascalientes, San Luis Potosí y la propia Ciudad de México. También pasamos cuatro semanas recorriendo la Huasteca Potosina y otras cuantas como Juiquipilco, Naucalpan de Juárez y Nicolás Romero, todas pertenecientes al Estado de México.

La elección de los hogares con los que trabajaríamos se realizaba en dos partes. Primero se nos proporcionaba un AGEB (Área Geoestadística Básica) con las respectivas manzanas que trabajaríamos. Después había que “mapear” la manzana para hacer un conteo adecuado de las viviendas habitadas. Una vez que conocíamos el número de viviendas, el supervisor realizaba una aleatorización apoyado de un programa que el INSP le proporcionaba. Cuando nos encontrábamos dentro del hogar, primero se caracterizaba a la familia (número de miembros, edades, sexo) y la misma máscara de captura aleatorizaba nuevamente para indicar con cuáles integrantes habría que trabajar.

Si se trataba de una comunidad rural, era necesario acudir con el delegado o juez, al mismo tiempo con las vocales de PROSPERA. Todo esto para que la población estuviera enterada y no existiera conflicto por nuestra visita. En lo personal, me gustaba más el trabajar en la zona rural, la gente solía ser muy acogedora y amable. Siempre se nos permitió trabajar en los Centros de Salud, lo que facilitaba bastante nuestras actividades. Generalmente la muestra se cubría en un 100% en esta zona. Pasábamos alrededor de 2 días en las localidades, muchas de ellas eran de difícil acceso y no contaban con algún hotel o casa de huéspedes, por lo que dormíamos en Centros de Salud o incluso salones de clase.

En el caso de las comunidades urbanas, el trabajo era más complicado. También se avisaba a las autoridades y a las vocales de PROSPERA, pero la lógica cambiaba totalmente pues el estilo de vida de las personas era otro. Nos topamos con problemas como la negatividad por parte de las personas, la inseguridad, y la falta de tiempo para atendernos por más interés que tuvieran.

Todas las noches había que entregar la computadora al computo para que respaldara y enviara la información al INSP, si es que contábamos con alguna red disponible.
Cuando era necesario tomar alguna muestra de sangre, la jornada podía iniciar a las 5 am y generalmente terminamos por la noche. Había ocasiones en las que debíamos esperar a algún sujeto de estudio y eso alargaba el horario de trabajo.

La verdad es que todo el trabajo solía ser cansado y en algún momento se llegó a sentir rutinario, sin embargo creo que aprendí bastante. Comprendí que si algún día se quiere llegar a ser quien diseña los instrumentos es necesario iniciar desde abajo. Conocer las limitantes del trabajo de campo junto con todas las situaciones que se presentan y que  muchas veces no se analizan en una capacitación. Valoré la vida cotidiana, el dormir y comer en un lugar fijo. En ocasiones la convivencia diaria con el equipo de trabajo podía hacer que el ambiente se volviera algo tenso.

En varias ocasiones nos enfrentamos a la inseguridad del país, y por tal razón a la desconfianza de la población. Lastima un poco cuando sabes que muchas de las personas, incluso las del área urbana  que cuentan con mayor acceso a los medios de comunicación, no conocían nada acerca de la ENSANUT. Por tal motivo considero importante el que se difunda adecuadamente la información. Es importante que las personas la conozcan y se enteren de la importancia que tiene para el sector salud y para el país en general.
Pero también existieron experiencias bastante agradables como el hecho de que pude visitar lugares que jamás imaginé y muchos otros tantos que ya moría por visitar. Se volvió una oportunidad de conocer lo hermoso que es México y su naturaleza. El sentir la gratitud de muchas de las personas con las que trabajamos, es algo que jamás olvidaré.

También me topé con alimentos y platillos que no se encuentran en la bibliografía que utilizamos en la universidad. Infinidad de variedades y sabores que  en varias ocasiones hicieron de la comida todo un placer. Había ocasiones en que las personas se enteraban de tu profesión y terminabas brindando asesoría hasta clínica. Lo que me hace pensar que el nutriólogo debe estar preparado en todas las áreas para poder cubrir las inquietudes de la población de primera mano. Quizá no solucionarlas del todo, pero sí brindar  la asesoría adecuada y alejada de los mitos.

Finalmente, considero que el trabajo de campo en la ENSANUT requiere de mucha responsabilidad, pues es información nacional con la que posteriormente se trabaja. Es necesario ser honesto, trabajar con ética y profesionalismo en todo momento. También hay que ser bastante organizado, persistente y me atrevería a decir que hasta muy valiente.
Definitivamente es una experiencia que marca tu vida y te permite crecer bastante. Si me tocara volver a nacer, con gusto lo volvería a hacer.


                                                                  Por Lucina Sarahí Arellano Sandoval.

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